«El jueves por la noche logré regresar sana y salva a mi vida normal, más de dos semanas estuve ausente sin saber qué estaba sucediendo. Acompáñenme a leer esta triste historia.»
Eso lo escribí hace como un mes, desde entonces no había estado en el mood de escribir, ni de nada. Creo que estuve en un viaje interno, donde tuve un gran aprendizaje. Pero ha sido un viaje complejo, enredado y traidor.
El primer destino fue una islita mágica: Mezcala. Ubicada en en Lago de Chapala.
Una isla repleta de lagartijas gordas, mosquitos y fantasmas tímidos que no se dejaron ver, con gente hermosa, de gran corazón y sazón, por que nos echamos el mejor caldo de pescado que he probado en mi vida, con perdón de mi abuelita.
El segundo destino es uno de mis favoritos, al cual he ido muchas veces: El Templo Expiatorio. Se realizaron un par de sesiones ahí mero, pero aproveché para contemplar la arquitectura mientras andaba de scouting.
Antes de que se me pase, quiero agradecer a cierta empresa que me sacó a orear, y me dio (sin querer) un entrenamiento intensivo en donde pude viajar, comer muchos taquitos, tomar muchísimas fotos, salir de mi zona de confort y conocer a gente bien chida y otra bien crazy…
El tercer destino me encantó, pero no se disfrutan estos lugares cuando esa persona especial te hace falta… Anyway, Escolásticas es uno de mis nuevos lugares favoritos (que ya son como 1000, jaja) hay ranas, peces pequeños y luciérnagas. Nos agarró la noche ahí y sentí que nos iba a salir la Bruja de Blair, pero naaa.
El cuarto destino, fue otro lugar al que quería ir desde hace tiempo: Camécuaro.
No pude tomar muchas fotos de paisaje/naturaleza, pues la sesión era de otro tipo y era muy demandante, fue una buena experiencia donde me puse yo misma a prueba enfrentando algunos miedos, y además tomé algunas fotos bajo el agua más cristalina que puedan imaginar.
Total, que aunque mucho viaje y mucha foto, no pude disfrutarlo todo al 100%. Así que sigo buscando mi camino, y compartiendo lo que me encuentro mientras lo busco.